El Obispado de Monterrey: hospital durante epidemias
Actualmente vivimos días complejos por el azote de la pandemia de coronavirus, pero obviamente esta no es la única epidemia que ha llegado a Nuevo León.
Desde la Fundación definitiva de Monterrey a la fecha han sido varias las pandemias que han causado estragos en la ciudad.
Y si ahora el problema que más se teme en México es que se llegue a saturar el sistema nacional de salud (hospitales y consultorios), imagínate a lo que se enfrentaron en la antigüedad.
Así, durante algunas de las peores epidemias que se vivieron en Nuevo León hubo un espacio que se utilizó como hospital especial, se trata del Palacio del Obispado.
En efecto, la sede del Obispado de Monterrey se construyó entre 1787 y 17888.
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Pronto dejó de lado su finalidad principal y el edificio tuvo varios usos a lo largo de su historia, entre ellos se empleó como lazareto, un espacio aislado en el que se atiende a personas que padecen enfermedades infecciosas.
Por esta característica es la que resulta lógica la utilización del Obispado para este fin, al encontrarse a las afueras de la ciudad, en un punto elevado.
La fiebre amarilla: epidemia en Monterrey
De esta manera, en el hoy museo se atendió a las víctimas de las epidemias de la temible fiebre amarilla que se presentaron en 1898 (125 muertos) y posteriormente en 1903 (número indeterminado de defunciones).
La situación fue crítica, pues el grado de letalidad de esta enfermedad es muy elevado.
Este virus se propaga por la picadura del mosquitos Aedes y Haemagogus, produciendo dos cuadros posibles: leve o grave.
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Los síntomas de la fiebre amarilla incluyen fiebres, dolor de cabeza, nauseas, vómito, dolor muscular. Además pueden presentarse sangrado nasal, de encías, vómito con sangre, falla renal o hepática, pudiendo llevar a la muerte.
Se le llama Fiebre amarilla por la ictericia (coloración amarilla de piel y mucosas) que produce en el enfermo.