A 10 años del huracán Alex: horas de muerte y destrucción
Se acababa el mes de junio de 2010 y parecía todo normal. Todo cambió cuando se anunció que un fenómeno meteorológico se estaba formando en el océano Atlántico, se trataba de “Alex”.
Los pronósticos indicaban que este fenómeno sería de grandes proporciones y que se internaría en territorio mexicano, aunque nadie calculaba la magnitud de lo que se avecinaba.
La transformación de “Alex” en huracán
El 24 de junio se observó que este fenómeno era bastante sui generis, ya que aunque el sistema atmosférico estaba mal organizado estaba cobrando mucha fuerza, pero no fue sino hasta el día 26 cuando aumentó de intensidad, subiendo a tormenta tropical, momento en el que recibió el nombre de “Alex”.
Pronto la situación cambió, este fenómeno tomó una fuerza increíble, convirtiéndose en una enorme masa de humedad de cerca de 700 kilómetros de diámetro.
Al tocar tierra por primera vez, en Belice y la Península de Yucatán disminuyó su fuerza, algo normal, por lo que la alarma se calmó un poco.
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Sin embargo, el día 29 de junio, al circular por el Golfo de México, “Alex” se volvió a fortalecer.
Su volumen se amplió, llegando a alcanzar cerca de 900 kilómetros de diámetro y siguió su recorrido de manera lenta hacia el noreste de México, hasta que tocó tierra en Tamaulipas el 30 de junio.
El huracán “Alex” llega a Monterrey
La noche del 30 junio arribó Alex a Nuevo León. La expectación era mucha, debido al increíble tamaño de este huracán a pesar de que se encontraba en categoría 2.
La lluvia se hizo presente esa noche, primero de manera intermitente y de ahí un aguacero que se mantuvo por 38 horas, de acuerdo con cifras de Gobierno de Nuevo León.
Desde un día antes se cancelaron clases y actividades laborales. La preocupación era mayúscula, ya que si un “trauma” había (y sigue estando) en Monterrey es la tragedia del huracán “Gilberto”, así que se pensaba en esos momentos que se podría repetir un escenario parecido y esto se convirtió en realidad.
La devastación
Este huracán dejó un rastro de destrucción impensable.
15 muertos, más de 15 mil familias damnificadas y daños por 16 mil 896 millones de pesos. La mayor parte de la zona metropolitana y los sectores comercial e industrial quedaron parcialmente paralizados, por la inundación, los daños de calles y carreteras, así como los cortes de servicios.
La ciudad de Monterrey nunca volvió a ser la misma.
Nuevo León se recuperó
Afortunadamente, el empuje de los neoleoneses se impuso y Nuevo León se recuperó del desastre.
Ojalá que hayamos aprendido la lección y que si se vuelve a presentar un fenómeno de este tipo seamos responsables y precavidos.