Ternium y su polvo rojo contaminante
Los días pasan y la contaminación generada por Ternium continúa haciéndose presentes en la Zona Metropolitana de Monterrey.
La población de Nuevo León, en específico la que habita o trabaja en las cercanías de las plantas de esta empresa argentina sufre por las emisiones de C02, pero sobre todo el polvo rojo que sale de los patios de esa empresa.
Te recomendamos: (PODCAST) Activistas van contra la jueza del caso de la “Bronco suegra”
Y es que los daños provocados por Ternium no se limitan a los vapores extraños que emanan de sus chimeneas, sino también a los patios de maniobras desde donde se levanta el polvo de óxido, el cual se genera por los procesos de producción.
Basta con ver una toma satelital de la Planta Guerrero de esta compañía, localizada entre las avenidas Guerrero, Los Ángeles, Munich, Vía Matamoros y Nogalar, para apreciar la coloración rojiza de las instalaciones, la cual se extiende a los alrededores, como lo son la Col. Garza Cantú y el campus Ciudad Universitaria de la UANL.
Te puede interesar: Se confirma caso de coronavirus en California
Los restos de ese polvo rojo quedaron de manifiesto en las instalaciones de la Línea 2 del Metro y ante la presión social, la compañía tuvo que aceptar la situación y realizar labores de limpieza.
Pero como lo mencionamos, también en las instalaciones universitarias se aprecia el “rastro rojo” de Ternium, ya que en edificios, árboles, postes y en los vehículos localizados en los estacionamientos de la “Uni” se puede apreciar el polvo de óxido.
Aunque la empresa extranjera informó en días pasados que ha hecho fuertes inversiones dirigidas a aminorar el impacto ambiental, la realidad es que la concentración de partículas finas y C02 en sus plantas es evidente.
Te puede interesar: El día que Juan Pablo II visitó por primera vez Monterrey
En este caso los gobiernos municipal y estatal de “lavan las manos”, ya que la inspección de Ternium corresponde a autoridades federales, de acuerdo con lo establecido por las normativas ambientales.
El problema radica en que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) cuenta con pocos inspectores en Nuevo León, situación que ha sido aprovechada por varias empresas para contaminar de manera impune.