El fortín de la Ciudadela de Monterrey
La historia está ahí y muchas veces se puede ver y tocar, pero la rutina por lo general nos gana y los restos de nuestro pasado pasan desapercibidos, este caso aplica al Fortín de la Ciudadela de Monterrey.
Fortín de la Ciudadela: bastión de la resistencia regiomontana
A finales del siglo XVIII se inició la construcción de la nueva catedral de Monterrey en la zona norte de la ciudad, en lo que hoy es el cuadrante comprendido entre las avenidas Juárez, Tapia, Guerrero e Isaac Garza.
Sin embargo en aquellos años la ciudad pasaba por momentos delicados económicamente hablando, por lo cual el proyecto quedó a medias.
Con el paso del tiempo, la construcción recibió el nombre de La Ciudadela y fue fortificada, siendo uno de los principales puntos de defensa de Monterrey.
Esta fortaleza era sumamente particular: medía 155 metros por cada lado, el perímetro estaba delimitado con fuertes paredes de sillar en forma de diamante, estando al centro del lugar la vieja Catedral que quedó inconclusa.
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Pero no fue sino hasta septiembre de 1846 cuando este fortín se puso a prueba ante la invasión de Estados Unidos, lo que dio pie a “La Batalla de Monterrey”, uno de los episodios más sangrientos de la Intervención estadounidense.
Los combates fueron sumamente duros y los regiomontanos se defendieron a como pudieron, sin embargo el Ejército mexicano optó por firmar la rendición y precisamente uno de los últimos capítulos de esta batalla se dieron en la Ciudadela, justo cuando las tropas mexicanas abandonaron la fortaleza y la entregaron a los estadounidenses.
Hoy en día se pueden apreciar los restos de esta construcción: un tramo de muro en la biblioteca pública “Felipe Guerra Castro”, de cara de la avenida Juárez, el cual tiene varios cañones empotrados que pasan desapercibidos para la mayoría de los regiomontanos.