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El Condominio Acero: el inicio de la modernidad de Monterrey

En el Centro de Monterrey podemos ver algunos edificios del principios del siglo pasado, pero también hay uno que destaca por el contraste que tiene con las construcciones alrededor: el Condominio Acero.

El surgimiento del Condominio Acero

Condominio Acero

Este gran edificio se comenzó a construir desde el 10 de mayo de 1957 y fue inaugurado el 9 de noviembre de 1959.

El diseño corrió a cargo del arquitecto mexicano Mario Pani en colaboración con el arquitecto Ramón Lamadrid.

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Construcción del Condominio Acero

Cabe señalar que el terreno sobre el que se construyó (Avenida Zaragoza #1000), frente a la Plaza Zaragoza, estuvo abandona por mucho tiempo ya que había sido destinado para la construcción de un hotel, el cual quedó sin levantarse.

Datos de construcción

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Este ambicioso proyecto implicó una inversión 28 millones 870 mil pesos.

En esta edificación se usaron 2 mil 280 toneladas de acero, 485 toneladas de varilla corrugada, 5 mil 200 metros cúbicos de concreto para losas y 78 toneladas de vidrios y cristales.

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La obra culminó 3 meses antes de lo que se tenía contemplado.

Finalmente se logró un condominio estético de 22 pisos sobre el nivel de la calle, alcanzando 87.5 metros de altura. Fue el más alto de la ciudad por varios años.

La llegada de la modernidad a Monterrey

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La construcción de este edificio marcó un cambio en la ciudad de Monterrey, yendo a la par del sorprendente crecimiento industrial y económico de la Sultana del Norte.

Este edificio representa precisamente el aspecto industrial de la ciudad, pues los elementos más presentes en su edificación con el acero y el cristal.

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La Macroplaza: el corazón de Monterrey

En el centro de Monterrey se encuentra una enorme plaza que ha servido como punto de convivencia, lugar para protestar públicamente y también para festejar en grande victorias deportivas: es la Macroplaza.

La también llamada “Gran Plaza” tiene su origen en 1982, cuando el gobernador de Nuevo León de ese entonces, Alfonso Martínez Domínguez, buscó cambiarle el rostro a esa zona del centro de la ciudad.

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Así lucía la ciudad antes de la construcción de la Macroplaza, al fondo y al centro la Plaza Zaragoza (sin el Palacio Municipal) y a la derecha el Condominio Acero.

Así, el mandatario estatal tomó una decisión radical: derrumbar todas las construcción que se encontraban entre las Plaza Zaragoza y las calles, Zaragoza, Zuazua y el Palacio de Gobierno, para construir ahí una plaza de enormes dimensiones, a la cual se refería como “La gran plaza de palacio a palacio”, sin embargo pesó más la voz popular que la llamaba la Macroplaza.

La decisión fue (y sigue siendo) polémica, ya que se tuvo que negociar con los vecinos para comprarles sus propiedades y reubicarlos. Aproximadamente 283 familias y 310 locales comerciales resultaron afectados.

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Pero también el proyecto fue controversial porque implicó acabar con una parte importante del patrimonio arquitectónico e histórico de la ciudad.

En efecto, ahí se encontraban casonas que databan del siglo XIX y principios del siglo pasado, así como edificios icónicos como el bellísimo Cine Elizondo.

Finalmente la decisión gubernamental se impuso y las demoliciones se dieron en masa. El centro de la ciudad parecía zona de guerra o desastre.

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Ya para 1984 la Macroplaza tomó forma: una enorme plancha de cemento con jardines y fuentes que abarcaba del Palacio Municipal al “Palacio de Cantera”

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En total la Macroplaza abarca 40 hectáreas y se encuentra entre las 10 plazas más grandes del mundo.

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Los puntos que más destacan son la “Fuente de la Vida” (o “Fuente de Neptuno”), el Faro del Comercio, el quiosco, el Teatro de la Ciudad, la Biblioteca “Fray Servando Teresa de Mier” y la Explanada de los Héroes.

La Macroplaza es utilizada como sede de eventos masivos, tanto artísticos, políticos y de toda índole, formando así parte importante de la identidad de la ciudad.

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Santiago Vidaurri: ¿héroe o villano?

Dentro de las figuras políticas que han surgido de Nuevo León se encuentra un personaje sumamente controvertido, el cual sigue siendo idolatrado por muchos y odiados por otros tantos más: Santiago Vidaurri.

Pero, ¿quién es este personaje que tanto ha polarizado a historiadores y regiomontanos?

Santiago Vidaurri Valdéz y Borrego nació el 24 de julio de 1809 en Lampazos, Nuevo León.

Desde joven incursionó en el ámbito político, a través de varios puestos.

Pero no fue sino hasta 1840 cuando entró de lleno en el mundo de las armas, al ser comisionado como encargado de un grupo de defensa de Nuevo León, ante el embate de apaches y bandoleros del sur de Estados Unidos, quienes atacaban recurrentemente a varias poblaciones del estado.

Su talento militar brilló desde el principio, lo que lo llevó a ganarse el respeto de la población y una gran reputación.

Ante el gran poder político y militar que obtuvo, buscó transformar al estado. Para ello proclamó en 1855 el Plan Restaurador de la Libertad (el cual compartía el espíritu libertador del Plan de Ayutla) y se declaró gobernador de Nuevo León.

El nombramiento fue apoyado por la población y líderes militares de la talla de Ignacio Zaragoza, Mariano Escobedo y José Silvestre Aramberri.

Durante su mandato, Monterrey tuvo un crecimiento económico y un desarrollo industrial impactante. Esto gracias a la visión emprendedora de Vidaurri y también a su carácter férreo, pues le impuso al Gobierno de la República que no enviara a Nuevo León a empleados federales, pues él mismo y su gente se encargarían de la administación del Estado.

De igual forma en 1856 anexó Coahuila a Nuevo León para fusionarse en un solo estado, hecho que causó gran tensión en el centro del país.

Tras varias pugnas, llegó a un acuerdo con el entonces presidente Ignacio Comonfort: se haría un plebiscito para que la población determinara si se daba la unión de los dos estados o no y el resultado fue favorable a la intención de Vidaurri.

Así, Santiago tuvo acceso a las aduanas coahuilenses y consiguió también que se le diera el control de los puertos fronterizos tamaulipecos, con el compromiso de que Vidaurri se encargaría de mantener el orden y salvaguardar la soberanía nacional.

Vidaurri se había consolidado como un líder indiscutible en el noreste de México, pero quería más, buscó cumplir su sueño, un país aparte, un lugar independiente conformado por los territorios de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León: la República de la Sierra Madre, proyecto que nunca se pudo cristalizar.

Fue tal el peso político militar y político que adquirió Santiago, que incluso fue considerado para ocupar la Presidencia de la República de manera provisional en 1955, aunque finalmente fue elegido Juan Álvarez.

Posteriormente llegó Benito Juárez a la Presidencia y las relaciones entre el Benemérito de América y Vidaurri nunca fueron buenas.

Paralelamente, con la Guerra Civil estadounidense, los Estados Confederados usaron la franja sur para poder exportar algodón y otros bienes para poder financiar su lucha, hecho que fue aprovechado por el neoleonés para catapultar aún más el desarrollo económico de la región.

Pero un acontecimiento estaba por cambiar de manera definitiva el rumbo de Vidaurri: la Intervención francesa.

Aprovechando el clima de inestabilidad del Gobierno de la República ante la amenaza extranjera, Santiago comenzó a actuar con mayor independencia del centro, Nuevo León era casi un país aparte.

Juárez tuvo que replegarse al norte y vino a Monterrey a entrevistarse con Vidaurri para pedirle su apoyo ante la llegada de los franceses, sin embargo, justo cuando la Patria llamaba unidad, el caudillo de Nuevo León le dio la espalda al presidente Juárez: se reunieron en privado en el centro de la ciudad y tras varios minutos ambos salieron enojados y el hijo de Vidaurri le disparó a Benito, quien tuvo que huir hacia Saltillo.

Después de esto las tropas leales al gobierno de la República se enfrentaron con las de Santiago, siendo derrotado, por lo que tuvo que huir a Estados Unidos.

El Imperio de Maximiliano se impuso y Vidaurri regresó a México. No solo reconoció el Gobierno de los invasores, sino que se puso a la orden de Maximiliano y formó parte de su gabinete.

Pero finalmente el Ejército liberal pudo derrotar a los imperialistas y tenían que saldarse las cuentas pendientes contra los traidores, uno de ellos era el neoleonés.

Santiago fue apresado y fusilado el 8 de julio de 1867 en la Ciudad de México.

Así acabó la vida de uno de los hombres más importantes de Nuevo León, con su legado manchado por traición a la patria.

¿Qué habría pasado si Vidaurri hubiese apoyado a Benito Juárez durante la Intervención francesa?

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Museo Metropolitano de Monterrey: sitio lleno de historia

Sobre la calle Zaragoza esquina con Corregidora, en el Centro de Monterrey se encuentra el Museo Metropolitano.

Este edificio es de los más antiguos que se mantienen en pie en la Sultana del Norte, ya que su construcción inició en 1653, aunque ese terreno ya había tenido uso desde 1612, cuando Diego de Montemayor comenzó la edificación de un recinto gubernamental.

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Su construcción fue lenta, debido a problemas económicos, inestabilidad política, incendios, inundaciones y a las batallas que se libraron en suelo regiomontano en diversas etapas.

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El edificio sufrió varias transformaciones hasta que en 1887 quedó así como hoy lo conocemos.

Ha tenido diversos usos. Primero se usó como Ayuntamiento de Monterrey, por lo que en ese recinto despachaba el alcalde y el cabildo, además de que ahí se encontraba la cárcel municipal.

De hecho en la parte posterior, la que da a la plaza Hidalgo, se llegó a utilizar como paredón de fusilamiento. Incluso ahí fue fusilado Agapito Treviño, mejor conocido como “Caballo Blanco”.

En 1976 se construyó un nuevo Palacio Municipal a escasos metros al sur, por lo que el antiguo edificio se le asignó al Poder Judicial del Estado.

Fue en 1995 cuando finalmente el Gobierno estatal decide crear el Museo Metropolitano de Monterrey en ese lugar, por lo cual cedió el terreno y edificio al Municipio de Monterrey.

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A partir de ahí ha alojado una gran cantidad y diversidad de exposiciones y ha sido sede de diversos eventos, conferencias y talleres.

Actualmente este museo se encuentra abierto al público de martes a domingo, en un horario de 10:00 a 18:00 horas.

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Cuando la bandera de Estados Unidos se izó en el Obispado

En la historia de Monterrey se han presentado varios momentos críticos y dolorosos, algunos producidos por desastres naturales, crisis económicas o más recientemente por problemas de inseguridad, sin embargo hay un pasaje histórico que se mantiene como uno de los capítulos más dolorosos y difíciles por los que ha pasado la Sultana del Norte: la Intervención estadounidense en México.

Este capítulo fue bautizado como la Batalla de Monterrey, la cual se desarrolló del 21 al 23 de septiembre de 1846.

Nuestra ciudad en ese entonces era muy distinta a lo que es hoy. El desarrollo económico no estaba consolidado y apenas comenzaba a estabilizarse la situación social, tras los primeros años del México independiente

Así, en pleno proceso de maduración, nuestro país sufrió el embate de las fuerzas norteamericana.

La Batalla de Monterrey

Estallado el conflicto entre México y Estados Unidos, Monterrey estuvo en la mira desde julio de 1846.

El destacamento militar de la ciudad, al mando del general Pedro Ampudia (nacido en La Habana, Cuba) hizo todos los preparativos para poder brindar una valiente defensa que le hiciera frente al poderío estadounidense.

Finalmente, el ejército estadounidense llegó a las afueras de Monterrey entre el 18 y 19 de septiembre del año mencionado. La intención de los invasores era arrasar la ciudad en el menor tiempo posible, para continuar expandiendo su dominio con miras a llegar a la capital del país.

Por el lado estadounidense, estaban al frente los legendarios generales William J. Worth y Zachary Taylor (quien ocupó la Presidencia de Estados Unidos años después).

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El mejor armamento y la disciplina militar del Ejército norteamericano contrastaba notablemente con las fuerzas mexicanas, pero a pesar de eso la valentía iba por delante.

Cabe señalar que las armas nacionales estuvieron apoyadas por el icónico Batallón de San Patricio, compuesto por inmigrantes irlandeses que decidieron defender la causa mexicana.

El Ejército nacional se comportó a la altura y pudo emboscar a los invasores durante los primeros días de hostildades, defendiendo a toda costa el fuerte del Cerro del Obispado, la mejor posición militar por su altura y ubicación.

Pero la artillería y el mejor armamento de los estadounidenses terminaron por doblegar las fuerzas mexicanas. Ante el asedio, los ciudadanos defendieron la ciudad como pudieron, con palos y piedras, incluso mujeres y niños hicieron lo imposible para mantener la resistencia.

Sin embargo, todo acabó mal. El terror y los abusos por parte de los soldados estadounidenses se hicieron presentes.El gobernador del Estado, Francisco de Paula, envió una carta al general Taylor, pidiéndole un lapso de tiempo para que la población civil pudiera abandonar la ciudad, pero este se negó a llegar a un acuerdo.

No fue sino hasta que el 24 de septiembre, cuando el general Ampudia solicitó una tregua y firmó la rendición. Se comprometió a entregar el fuerte de la Ciudadela y a retirar a sus hombres, con la condición de que se les diera un trato honroso y así fue, los soldados norteamericanos hicieron una valla para que salieran los soldados mexicanos, un acuerdo que la mayoría veía con amargura.

El ambiente en la ciudad se dice que era apocalíptico: destrucción total y muertos por todos lados.

De esta manera, la ciudad de Monterrey permaneció tomada por Estados Unidos hasta 1848, cuando terminó el conflicto bélico entre ambos países.

Seguramente ha de haber sido muy duro para nuestros ancestros tener que ver la bandera estadounidense a toda asta en el Cerro del Obispado. De eso queda como testimonio una pintura realizada en 1847, por Daniel Powers Whiting Y Fredereick J. Swinton.

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Los años siguientes no fueron menos duros. Llegaría la Guerra de Reforma y una invasión más, la de los franceses. Afortunadamente los regiomontanos de ese entonces supieron resistir y salir adelante, construyendo con mucho trabajo y esfuerzo lo que hoy se conoce como la Sultana del Norte.

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Hoy se cumplen 425 años de la Fundación de Monterrey

Este día es una fecha muy especial para los regiomontanos, ya que se cumplen ni más ni menos que 425 años de la Fundación de Monterrey.

Intentos infructuosos

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Alberto del Canto

En 1577, el explorador portugués de origen judío, Alberto del Canto, se internó en el norte del país e inició camino lleno de aventuras.

Así fundó las ciudades de Saltillo y Valle Couila (hoy Monclova), para después llegar a nuestra tierra y fundar la “Villa de Santa Lucía”. Él es quien le puso el nombre de “Cerro de la Silla” a la montaña insignia de nuestro estado.

Sin embargo, la resistencia de los nativos de esta zona y problemas legales de Del Canto, provocaron el abandono de los primeros pobladores.

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Luis Carvajal y de la Cueva

Años después, en 1582, se da un intento más de fundación, ahora a cargo de Don Luis Carvajal y de la Cueva (también de origen judío), bajo el nombre de la Villa de San Luis Rey de Francia, sin embargo fue sometido a juicio por la Santa Inquisición, acusado de de actividades judaizantes.

Así, el gran valle regiomontano quedó abandonado por 8 largos años.

La Fundación definitiva

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No fue sino hasta el 20 de septiembre de 1596 cuando Don Diego de Montemayor, en compañía de 12 familias, culminó la tercera y definitiva Fundación de Monterrey.

El lugar de la fundación

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Iglesia del Sagrado Corazón, posible sitio de la Fundación de Monterrey.

Existe controversia respecto al lugar exacto en el que se fundó la ciudad, de hecho hay dos memoriales en honor a los primeros pobladores: el Obelisco (Juan Ignacio Ramón, entre Garibaldi y Cuauhtémoc) y la Fuente Monterrey (Zaragoza casi esquina con Matamoros).

Sin embargo, un grupo de investigadores señaló en 2009 que la fundación se dio en el terreno ubicado frente a la Iglesia del Sagrado Corazón (5 de mayo y Zaragoza).

El origen del nombre

El nombre original de Monterrey es Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, el cual puso Montemayor como un tributo a Don Gaspar de Zuñiga y Acevedo, conde de Monterrey, quien en ese entonces era el virrey de la Nueva España.

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A 48 años del asesinato de Don Eugenio Garza Sada

El 17 de septiembre de 1973 Nuevo León y el país se cimbraron ante una terrible noticia: el empresario regiomontano Eugenio Garza Sada falleció tras un ataque cometido por miembros de la temible Liga Comunista 23 de septiembre.

Un secuestro fallido acabó con la vida de un gran mexicano

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Poco antes de las 09:00 horas del día mencionado, don Eugenio se dirigió a su oficina en Cervecería Cuauhtémoc. Viajaba a bordo de un vehículo Galaxie negro, en compañía de su chofer Bernardo Chapa y su guardaespaldas Modesto Torres Briones.

Al llegar al cruce de las calles Villagrán y Luis Quintanar, un grupo de hombres armados le cerraron el paso al empresario y trataron de bajarlo a la fuerza del vehículo, el acto fue repelido a balazos por el chofer, mientras que uno de los guerrilleros asesinó al otro escolta.

En la refriega Don Eugenio resultó herido de muerte, falleciendo poco tiempo después.

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En el hecho también murieron dos guerrilleros: Javier Rodríguez y Anselmo Herrera, además del escolta Modesto Torres.

Tras el hecho fueron detenidos Miguel Ángel Torres y Elías Orozco, quedando presos en el Penal del Topo Chico, mientras que Hilario Juárez, quinto participante, desapareció y jamás se supo de él.

Los detenidos confesaron que habían planeado el secuestro del empresario desde hace varios meses, incluso ya contaban con una casa de seguridad para mantener oculto a Garza Sada, y que buscaban obtener 5 millones de pesos por su liberación.

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Funeral de Don Eugenio Garza Sada.

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A pesar de que esta es la “verdad oficial”, surgieron varias “teorías de conspiración” (por llamarles de alguna manera) sobre este caso.

Y es que hay que tener en cuenta el contexto en el que se dio el homicidio del artífice del Tec de Monterrey.

En ese entonces el llamado Grupo Monterrey, grupo de empresarios liderado por el propio Garza Sada resultaba incómodo al Presidente de la República de ese entonces, Luis Echeverría.

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El presidente Luis Echeverría acudió al funeral de Don Eugenio.

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La relación del mandatario con los empresarios regios era muy mala, debido a la diferencia de opiniones respecto al manejo político y económico que estaba realizando el mandatario priista.

Por este motivo hubo voces que señalaron que fue más bien un homicidio ordenado desde el gobierno vestido de secuestro fallido.

Otras hipótesis apuntan a que el gobierno federal sabía desde meses atrás las intensiones del comando de la Liga 23 de septiembre de secuestrar a Don Eugenio, pero que por alguna razón desconocida decidieron no alertarlo a él ni a su familia.

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De esta manera fue cortada de tajo la vida de uno de los regiomontanos más queridos de la historia, quien gracias a su visión y humanismo revolucionó la manera de manejar negocios en el país, llevando a Nuevo León a consolidarse como la “punta de lanza” del desarrollo económico del país.

Sigue viva la tragedia del ‘Gilberto’

Entre el 16 y 17 de septiembre, Nuevo León vivió una de las catástrofes más importantes en su historia: el paso del huracán “Gilberto”.

Este ciclón es considerado uno de los más mortíferos y antes de llegar a Nuevo León, ya había dejado severos daños en el Caribe.

Los medios de comunicación ya habían advertido sobre los riesgos del “Gilberto”, que ya arrastraba víctimas mortales y localidades arrasadas en México.

Alrededor de las 18:00 horas del 16 de septiembre comenzarían a registrarse las lluvias en Nuevo León.

El amanecer del sábado cambió por completo la historia de la Ciudad, al conocerse los primeros daños provocados por este peligroso huracán.

Se reportaban al menos 25 muertos, inundaciones, daños incuantificables y un panorama desalentador.

La furia de la corriente del Río Santa Catarina sorprendía a quienes desde puntos muy peligrosos la admiraban con temor.

Las noticias comenzaban a circular: cuatro camiones de pasajeros habían sido arrastrados a la altura de San Bárbara, en San Pedro.

De esas unidades, unos 15 viajeros perecieron y hay decenas de desaparecidos.

Hasta la fecha no se conoce una cifra exacta de víctimas mortales. El gobernador en ese tiempo, Jorge Treviño, determinó que murieron entre 200 y 300 personas, pero rescatistas estimaron más de 2 mil fallecidos.

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El Arco de la Independencia de Monterrey

En el cruce de las avenidas Madero y Pino Suárez se alza un monumento de grandes proporciones y mucha belleza: se trata del Arco de la Independencia.

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Esta gran obra hoy pasa desapercibida para muchos, pero cuenta con varios aspectos que la vuelven muy interesante.

La construcción del Arco de la Independencia de Monterrey

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En 1910, el presidente de la República, Porfirio Díaz Mori, ordenó a los gobernadores de todos los estados que hicieran preparativos para conmemorar de manera digna el centenario de la Independencia de México.

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Gobernador Bernardo Reyes

En el caso de Nuevo León, el gobernador Bernardo Reyes pensó en un monumento de gran belleza y proporciones.

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Arquitecto Alfred Giles

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Para ello se pensó en un artista talentoso y experimentado, y de inmediato se eligió al arquitecto británico Alfred Giles, quien tenía una década haciendo diversos trabajos en Monterrey.

Él fue el creador de la Reinera, la fachada del Casino Monterrey, el Banco Mercantil del Norte, el proyecto del Panteón del Carmen, entre otras obras.

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Banco Mercantil de Monterrey, obra de Alfred Giles (aún sigue en pie, en la esquina de Morelos y Zaragoza)

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De igual forma se recurrió al ingeniero Pedro Cabral, quien se encargaría de materializar el diseño de Giles.

La obra no fue fácil de realizar, debido a que la ciudad pasaba por momentos difíciles, puesto que un año antes, en 1909, Monterrey sufrió la peor inundación de su historia, la cual dejó un rastro de muerte y destrucción que apenas empezaba a superarse.

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El diseño y simbolismos del Arco de la Independencia de Monterrey

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Cuando el general Reyes vio el diseño de Giles quedó maravillado.

Se trata de una estructura de 25 metros de alto, con forma de arco.

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Sobre las dos columnas de cantera rosa se posan dos águilas, cada una devorando una serpiente, mientras que el arco es coronado por una musa de fierro fundido recubierta de bronce, la cual posee varios simbolismos.

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La famosa “mona” lleva en la mano derecha unas cadenas rotas y la corona española semi escondida, mientras que en la izquierda tiene en alto una esfera con la palabra “México” y parte de las cadenas rotas.

Todo esto representa la libertad y el rompimiento con la monarquía española.

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El lamentable abandono del Arco de la Independencia de Monterrey

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Por desgracia, este monumento ha sido dejado en el abandono por el Gobierno y es ignorado por un amplio sector de la ciudadanía, a pesar de su belleza y magnitud. Incluso hay quien lo ve como un estorbo a la vialidad.

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Se sabe que existe un plan de rescate de esta magna obra, que incluye una restauración del Arco de la Independencia y la “mona”, así como del área circundante.

Maqueta del proyecto de rescate del Arco de la Independencia
Maqueta del proyecto de rescate del Arco de la Independencia

Ojalá que se materialice este plan de rescate, para que el Arco de la Independencia vuelva a gozar de su grandeza original.

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La visita de Porfirio Díaz a Monterrey

Porfirio Díaz es de los personajes mexicanos más controversiales: es odiado y amado, para muchos es el mejor presidente de México que ha existido y para otros es símbolo de soberbia, tiranía y abusos.

Así, ante la importancia de esta figura, resulta interesante conocer algunos aspectos de la única visita que tuvo como Presidente de México a la ciudad de Monterrey.

La visita de Porfirio Díaz a Monterrey

Como presidente de la República, “Don Porfirio” hizo pocas “giras de trabajo” a estados del norte del país. Esto tiene que ver con las circunstancias propias de la parte final del siglo XIX y primeros años del XX, ya que eran zonas turbulentas con inestabilidad, lo cual se suma al espíritu centralista que ha prevaleció por siglos en nuestro país.

Sin embargo, el caudillo oaxaqueño hizo una visita a Monterrey, la cual se prolongó por varios días.

El mandatario nacional estuvo en la Sultana del Norte del 19 al 23 de diciembre de 1898. Su visita no fue por iniciativa propia, sino que se dio por invitación de su compadre, el gobernador de Nuevo León, el general Bernardo Reyes.

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Ese fue uno de los acontecimientos más importantes para la ciudad durante el siglo XIX. No es para menos, como comentamos líneas arriba, era raro ver a un presidente fuera de la capital del país.

De igual forma, Don Porfirio era una figura de mucho peso, muy carismático y que nunca pasó inadvertido.

Así, cuando se dio la noticia la población tuvo gran expectación al respecto.

El Gobierno del Estado y el de Monterrey hicieron todos los preparativos necesarios para recibir en grande al Presidente, sin reparar en gastos.

Díaz arribó a Monterrey en tren directamente a la Estación del Golfo el 19 de diciembre de 1898, en donde fue recibido por las autoridades y miles de personas que buscaban ver de cerca al líder mexicano. Posteriormente se realizó un recorrido por la ciudad y por la tarde se realizó un evento solemne en la Alameda.