El 22 de mayo de 2011 se vivió una de las jornadas más tristes en la historia moderna de Monterrey: durante los primeros minutos de ese día se desató una balacera en el exterior del Café Iguana, dejando un saldo de 4 muertos.
El motivo del incidente no fue una pelea entre personas con copas encima, sino algo mucho peor: fue un ataque directo contra el negocio, ejecutado por miembros de un grupo de la delincuencia organizada.
Una fatídica noche que dejó huella
La noche del 21 de mayo era una como cualquier otra: música, mucha gente y buen ambienta, y más tomando en cuenta que en esos momentos se estaba realizando uno de los conciertos conmemorativos por el 20 aniversario de este tradicional antro regiomontano.
Todo parecía ir con normalidad, hasta que la medianoche llegó y a las 00:20 horas ya del 22 de mayo un grupo armado se apostó afuera del acceso al bar, ubicado en la calle Diego de Montemayor y sin más abrió fuego contra la fachada del antro y las personas que se encontraban en el exterior.
En el sitio murieron dos clientes y dos trabajadores del antro, a quienes se les conocía como “Pablote” y “El Enano”, ambos muy queridos no solo por sus compañeros de trabajo, sino también por los clientes asiduos.
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El caos se apoderó de toda esa manzana del Barrio Antiguo. Al lugar llegaron policías y paramédicos, pero minutos después llegaron otros delincuentes que se llevaron tres de los cuatro cadáveres, una práctica muy común en ese entonces. Al poco tiempo regresaron los cuerpos.
La histeria no solo se hizo presente entre los clientes del Iguana y de quienes estaban en el Barrio Antiguo, sino que a través de redes sociales (Facebook comenzaba a tener mucha fuerza) se hizo viral la noticia.
Al día siguiente cientos de personas acudieron al exterior del Café Iguana a dejar ofrendas, mensajes y veladoras, muchos seguían sin dar crédito a lo que había pasado horas antes, pero ahí estaban los rastros secos de sangre y los agujeros dejados por las balas en la fachada, como crueles marcas de la barbarie.
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Los discursos políticos vinieron y las manifestaciones sociales se avivaron, pero la violencia social en Monterrey y el resto del estado de Nuevo León, continuó.
No olvidar que después ocurrieron el ataque contra el bar “Sabino Gordo” y contra el “Casino Royale”, más la oleada de ejecuciones y privaciones ilegales de la libertad… la pesadilla fue total y el miedo se apoderó de los regiomontanos.
Por este motivo, una gran cantidad de negocios de todos los giros se vieron obligados a cerrar sus puertas.
Poco a poco las cosas cambiaron. La conformación de Fuerza Civil fue un factor clave en la reducción de índices de inseguridad, más otras acciones tanto federales como estatales.
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El Iguana reabrió sus puertas en 2013 y el Barrio Antiguo volvió a respirar, al igual que la vida nocturna de Monterrey, aunque claro: no es igual a lo que vivimos en otros tiempos, cuando se podía andar en la calle a altas horas de la noche sin preocupación alguna.
Sin duda, hay un antes y un después de la masacre del Café iguana.
Y cómo da vueltas el tiempo: hoy en día estamos viviendo un resurgimiento de la violencia en todo el país y Monterrey no es la excepción, a lo cual se suma la profunda crisis por la que pasa la corporación Fuerza Civil.
Ojalá que no volvamos a vivir algo similar a lo sufrido entre 2010 y 2011. No queremos más tragedias como la del Café Iguana.