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A 87 años del crimen de la Casa de Aramberri

El crimen de la Casa de Aramberri dio paso a una de las leyendas más conocidas de Monterrey.

El 5 de abril de 1933 ocurrió en el Centro de Monterrey un macabro crimen que dejó una marca en la sociedad regiomontana de ese entonces: dos mujeres, madre e hija, fueron asesinadas con saña dentro de su propia casa.

Las víctimas

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Las víctimas eran Doña Antonia Lozano (54 años) y su hija Florinda (19 años), quienes fueron víctimas de un brutal ataque dentro de su domicilio, ubicado en la calle Aramberri #1026, casi esquina con Diego de Montemayor.

Don Delfino Montemayor, el padre de familia, era trabajador de la Fundidora de Monterrey. Ese día se fue a trabajar como un día cualquiera, pero con el paso de las horas sufriría el peor golpe de su vida: al regresar a casa se topó con una escena terrorífica: su esposa e hija habían sido brutalmente asesinadas.

Había sangre por todos lados. Trascendió que ambas mujeres fueron violadas y asesinadas con armas blancas, al grado de quedar casi decapitadas.

La sociedad quedó horrorizada con lo que decían los periódicos, mientras que los policías e investigadores quedaron impactados ante el nivel de violencia.

Tras realizar las necropsias, los cuerpos de Doña Antonia y la joven Florinda fueron enterrados en el Panteón de Dolores.

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La participación de un loro en la investigación

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Los investigadores analizaron la casona y todos los elementos en ella.

Lo primero que les llamó la atención fue que no había marcas de forzaduras en la puerta; de alguna manera el o los asesinos entraron con el consentimiento de las víctimas.

Asimismo, confirmaron que había objetos faltantes, por lo que el móvil del robo estaba presente.

Pero el principal indicio para dar con los responsables llegó de manera increíble: un loro dio el nombre de uno de los asesinos.

Como lo lee, un loro que la familia tenía dentro de la casa, comenzó a decir una frase de manera frenética y repetitiva: “¡No me mates Gabriel, no me mates!”.

Este fue un gran punto de partida. Los detectives comenzaron a realizar la investigación y lograron dar con un sobrino de la familia, llamado precisamente Gabriel Villarreal.

De inmediato fue detenido y confesó haber cometido el crimen, en compañía de dos personas más, quienes también fueron detenidos.

Aunque hay otra versión que desecha la participación del loro y señala que la detención se dio gracias a las pesquisas de los investigadores.

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Su proceso judicial

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Todos los implicados fueron sentenciados, aunque no pasaron su vida en prisión, ya que se dice que, ante la fuerte presión social, se les aplicó la llamada Ley Fuga, es decir, durante un traslado a prisión se les liberó para de inmediato darles muerte.

Esto ocurrió en el municipio de Zuazua, cuando se realizó una diligencia de reconstrucción de hechos sobre la repartición del botín.

Además de esto, los cuerpos de los delincuentes fueron exhibidos en el extinto Hospital González (ubicado en lo que hoy es el Hospital de Zona), para que los regiomontanos confirmaran con sus propios ojos que habían muerto los maleantes.

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Los fantasmas de la Casa de Aramberri

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La historia de la Casa de Aramberri no terminó con esto. Sino que a partir de ahí se tejió una de las leyendas más populares de Nuevo León, la cual ha inspirado la creación de libros, obras de teatro y artículos diversos.

No sólo eso. En torno a esta casona se dice que es un sitio en el que ocurren actividades paranormales, aspecto que ha atraído a curiosos, periodistas e investigadores de los paranormal, tanto locales como del resto del país.

Es tanto la atracción que genera la Casa de Aramberri, que la construcción tuvo que ser sellada por completo para evitar que los curiosos intenten entrar a ella.

Lo que es cierto es que este crimen se mantiene como uno de los más impactantes ocurridos en Monterrey, junto con los del caso Santoy, Castrillón, el de la familia Aguillón o el del Dr. Alfredo Ballí.

¿Qué sucedió con la Casa de los Tubos de Contry?

La curva en La Pastora, la casa de Aramberri, la cueva de Agapito Treviño, entre otros lugares, son parte de la “escena” paranormal de la cultura regia.

A ella se le unió desde hace más de 30 años la denominada “Casa de los Tubos”, ubicada en la calle René Descartes 845, en la colonia Contry, en el municipio de Guadalupe.

El sitio ha sido señalado como “embrujado”, pues según relatos, ahí ocurrieron muertes trágicas tanto de trabajadores que participaban en la construcción y hasta se habló de que la hija de los propietarios pereció en la misma.

Por mucho tiempo fue objeto del misterio, pues personas que se adentraban en la obra, afirmaban ver sombras u objetos extraños, incluso ruidos.

Esto provocó que en muchas ocasiones los vecinos se molestaran al ver a extraños rondando el sector por curiosidad.

Fue hasta el año 2016 cuando una firma de arquitectos tomó el proyecto y el inusual inmueble comenzó a cobrar vida de nuevo.

Pero, ¿qué ha sucedido tres años después de este anuncio? El bufete URBN, el cual encabeza el empresario Enrique Leal, inició los trabajos fueron de demolición de algunas partes de la casa para la remodelación en 2016.

Sin embargo, testigos y vecinos de la zona han manifestado a través de redes sociales que desde el 2018 no han habido modificaciones y solo se demolió la parte trasera.

De hecho, la última vez que la firma URBN tocó el tema de la Casa de los Tubos, fue con una foto a través de su Facebook. “Alberca y Tubos (sic), etapa final. El agua como vínculo entre pasado y presente”, decía la publicación que mostraba una piscina recién construida en la famosa casa.

Desde entonces, no se ha sabido el rumbo del proyecto y la gente se ha manifestado preguntando si estará abierta al público.

Y tu, ¿qué opinas?