Toda una aventura viajar en El Regiomontano
“¡¡Quince horas a Monterrey rodeado de comodidades!!”,”¡¡Un viaje descansado y placentero!!”, es lo que se puede leer en un anuncio que promocionaba al ferrocarril El Regiomontano en la Ciudad de México.
Este “tren rápido nocturno”, era considerado como uno de los más lujosos en México y contaba con coches dormitorios, lujoso comedor y un salón bar.
El ferrocarril llegó a Monterrey el 31 de agosto de 1882, con la ruta a Nuevo Laredo. Este transporte impulsó la industrialización de la entidad.
Con el tren llegó El Regiomontano, que lo conformaban coches tradicionales en color verde olivo, después llegaron los de gris con rojo y después los azul con rojo, los más emblemáticos quizá por ser los últimos y porque alcanzaban los 120 kilómetros por hora.
“Primero daba para atrás, luego para adelante, luego para atrás y otra vez hacia delante”, recuerda uno de los tantos pasajeros que abordaron el ferrocarril.
El Regiomontano tuvo un segundo aire cuando fue utilizado por el presidente, Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a Monterrey a bordo del vagón “Agualeguas”, enganchado al mítico tren. Sería el último presidente en viajar en El Regiomontano.
En enero de 1995, fue aprobada la reforma al Artículo 28 Constitucional, iniciativa de Ernesto Zedillo, presidente en ese momento.
Esto permitiría la inversión privada en Ferrocarriles Nacionales y las comunicaciones vía satélite.
Finalmente, el 7 de junio de 1997 El Regiomontano dio su última corrida y sus vagones fueron enviados a los patios de Ferrocarriles Nacionales en la Ciudad de México en el conocido Cementerio de Trenes.
Del tren de pasajeros solo quedan los recuerdos en Monterrey.